Incendios en lugares públicos


Los lugares públicos deben estar equipados con salidas de emergencia amplias, escaleras incombustibles y escapes exteriores: estas salidas no son de emergencia pero pueden cumplir esa finalidad en caso de ser necesario. Los numerosos incendios ocurridos en lugares públicos cerrados —discotecas, sanatorios, geriátricos— pusieron en evidencia los peligros inherentes a este tipo de lugares, sobre todo cuando no están dotados con alarmas ni con instalaciones que faciliten la evacuación en caso de emergencia. Otro factor a tener en cuenta son los materiales que revisten y decoran algunos de estos edificios, frecuentemente de alto poder combustible.

Cuando se declara un incendio dentro de un local se producen emanaciones y un intenso incremento de la temperatura. Al iniciarse un foco de fuego, el humo asciende hasta el techo y luego cae por las paredes hasta llegar al piso: su circulación es envolvente. La primera consecuencia es que el local afectado se va llenando de humo, que nubla la visión y dificulta la salida de las personas que se encuentran en el interior. Al mismo tiempo, el aire se torna irrespirable. Sólo tres minutos después de haberse declarado un incendio, la falta de aire se comienza a sentir y se hace necesario utilizar máscaras con oxigenación artificial.

La pérdida de visibilidad provoca desconcierto y confusión y el enrarecimiento del ambiente fomenta el pánico colectivo, porque la gente se asusta al no poder respirar. El humo se convierte en el factor determinante de la mayoría de las muertes porque provoca asfixia y conductas de pánico o porque es el mayor obstáculo que encuentran los bomberos para detectar y combatir el foco inicial del incendio. Además, entorpece los operativos de salvamento.

Otro problema de los incendios en grandes locales es que la situación se agudiza proporcionalmente al tamaño del lugar. Los espacios grandes ofrecen también un volumen de aire que favorece la expansión de las llamas desde el primer momento. El calor, en consecuencia, también será mayor, con el consiguiente riesgo de explosiones y derrumbe de estructuras.

Existen dispositivos y materiales que permiten prevenir y controlar situaciones catastróficas: los revestimientos con placas ignífugas, las pinturas antifuego, los tratamientos protectores de superficies combustibles, las puertas cortafuego, las barras antipánico.

Dado que la descripción técnica de cada uno de estos elementos compete a los especialistas sobre el tema, aquí nos limitaremos a explicar en qué consiste y cómo funciona la barra antipánico, un ejemplo ilustrativo a la hora de comprender que no siempre se necesitan mecanismos sofisticados o inexistentes para mejorar las condiciones de seguridad. Esta depende, en muchos casos, tanto de políticas y decisiones del sector público como de iniciativas individuales que rescaten el valor de la salud y la vida, sin descuidar por ello la preservación de los bienes.

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