Los riesgos de la vida en las grandes ciudades

Las grandes ciudades, donde viven multitudes cada vez mayores, concentran altos niveles de actividad. La variedad de opciones laborales, educativas y culturales y las expectativas de una mayor movilidad social son razones decisivas para quienes buscan mejores condiciones de subsistencia y de realización.

Sin embargo, cuando numerosos grupos de gente confluyen en los densos centros urbanos, convocados por esta propuesta aparentemente más atractiva, se produce un crecimiento desmesurado que supera las posibilidades de previsión y planificación, y la funcionalidad urbana muestra sus carencias y limitaciones. Algunas de sus consecuencias más obvias son la contaminación ambiental y una desbordante carga de estímulos que, en muchos casos, atenta contra la calidad de vida.

La vida cotidiana transcurre en espacios reducidos; el tiempo nunca alcanza para responder a necesidades individuales y sociales que se renuevan incesantemente. Quienes viven en las ciudades están por lo general sujetos a migraciones, cambios de trabajo, inserciones en nuevos grupos sociales. El habitat urbano, tan desafiante como atractivo, influye y modela la personalidad. Los continuos procesos de cambio no son ajenos a un ritmo de vida intenso y agitado.

Sin embargo, las condiciones de vida de las grandes metrópolis también incitan a sus pobladores a encontrar soluciones cada vez más originales y creativas para superar o contrarrestar los nuevos riesgos que los amenazan. Es posible, en nuestra época, compatibilizar confort y calidad de vida, tecnología y seguridad, bienestar y protección.

Las viviendas familiares, por ejemplo, se han ido modificando para adaptarse a las necesidades de los nuevos tiempos.

Es difícil imaginar cómo se desarrollaba la vida cotidiana a comienzos de este siglo para quienes viven hoy en un departamento y disponen de una cocina moderna con mesada, agua fría y caliente, horno a gas y electrodomésticos. La casa grande donde convivían tres generaciones se ha transformado en un pequeño departamento —a su vez parte de un edificio— que sólo alberga a padres e hijos. Los patios y jardines que rodeaban a las habitaciones fueron desplazados por estrechos balcones y terrazas. Amplios ventanales, grandes superficies vidriadas, calefacción en cada habitación y ascensores herméticamente cerrados integran las nuevas concepciones arquitectónicas.

También el equipamiento de la casa sufrió grandes transformaciones. La metamorfosis más radical se produjo en la cocina. A fines del siglo pasado se cocinaba en un fogón de manipostería con una o dos hornallas de hierro fundido. Allí se colocaba el carbón encendido, cuyas emanaciones de monóxido de carbono producían desde molestos lagrimeos hasta accidentes y muertes por asfixia. El mismo principio de carbones encendidos se utilizaba para la plancha, y las casas se iluminaban , con lámparas de kerosene o con esos faroles a presión de camisa incandescente que conocemos como "Sol de noche".

Los cambios introducidos por la electricidad y el gas han alcanzado su mayor expresión con los electrodomésticos, que revolucionaron las costumbres hogareñas y la dinámica de funcionamiento familiar. Actualmente, también la mujer pasa muchas horas fuera de la casa. Consecuentemente, los niños van desde pequeños a la escuela y adquieren destrezas a edades más precoces.

Los beneficios de la energía eléctrica, el gas y el agua corriente se difundieron como servicios, favoreciendo a importantes sectores de la población. Sin embargo, en muchos casos no se crearon hábitos de prevención acordes a los nuevos peligros surgidos. Si bien se han desarrollado nuevos dispositivos de protección que permitirían evitar situaciones de emergencia —como por ejemplo los disyuntores que cortan la corriente eléctrica y los detectores de humo—, gran parte de la población desconoce la existencia y alcance de esos sistemas y son menos todavía quienes los han integrado a sus viviendas como sistema de protección.

La información acerca de los usos adecuados de los bienes e instalaciones que conforman nuestra casa y su entorno puede generar una mayor conciencia acerca de los riesgos a que estamos expuestos, y favorecer el desarrollo de un cambio de actitud que tienda a proteger nuestra propia vida y la de quienes nos rodean.

Recuerde

* La vida en una gran ciudad amplía nuestras posibilidades culturales y económicas pero acarrea nuevos riesgos.

* Los adelantos tecnológicos permiten un mayor confort pero también generan peligros.

* Para proteger nuestra vida y la de quienes nos rodean debemos informarnos acerca del uso correcto de los bienes e instalaciones de nuestra casa y su entorno.

El gas

El gas natural es un fluido cuyas numero-tas ventajas favorecieron la generalización de SU uso en las grandes aglomeraciones urbanas. Es una energía primaria: procede directamente de la naturaleza y puede consumirse sin necesidad de transformaciones. Se encuentra en el subsuelo, solo o acompañado de petróleo, desde cuyos yacimientos es transportado por grandes cañerías.

La combustión del gas natural es limpia; la llama es azulada, muy nítida y de gran potencia calorífica. Es inodoro y debe, por lo tanto, ser sometido a un tratamiento de odorización para íjue pueda ser detectado en caso de pérdida. .

El gas licuado (envasado) es, en cambio, un Combustible producido industrialmente por la transformación de sustancias sólidas en gaseosas. Ambos se utilizan como combustibles y son Inflamables y explosivos. Además pueden causar asfixia por desalojo o disminución del aire.

Cuando por diversas causas el gas com-bustiona en forma incompleta, puede producir monóxido de carbono e intoxicar a las personas. La intoxicación se produce cuando no existe ventilación adecuada y los conductos de evacuación de gases quemados no están bien Instalados o su estado es deficiente.

Seguridad en las instalaciones

Un gasista matriculado es la persona idónea para realizar una instalación o refacción de conexiones y artefactos de gas. Cuando una obra está en construcción, existen otros profesionales —constructores, arquitectos o ingenieros— que supervisan la ejecución de los trabajos.

Muchas veces, la opinión del usuario es un aporte fundamental, porque conoce la modalidad de utilización que dará a cada uno de los elementos de la casa. De este modo, también los profesionales podrán lograr mejores soluciones para aquellos usuarios de sus servicios.

Conocer algunas condiciones básicas que debe respetar una instalación puede permitirle desdeñar ideas perjudiciales para su seguridad y salvar olvidos o errores de los que ningún profesional está exento.

• Sólo podrán instalarse artefactos de gas dentro del garage cuando los quemadores y pilotos estén a una altura de 15 cm sobre el nivel del cordón de la vereda y el ambiente tenga ventilación permanente. Los artefactos a colocar en el subsuelo deberán ser de tiro balanceado.

• Cuando se realicen conexiones de gas —natural o en cilindros— deben utilizarse caños de cobre. Está prohibido usar tubos de goma.

• Las cañerías de conexión estarán sólidamente sujetas a más de 5 cm del suelo y fuera del contacto de tuberías de vapor, agua Callente o eléctricas.

• Los calefones, estufas y cocinas son los artefactos de gas que más accidentes producen. En consecuencia todos —excepto los quemadores de la cocina— deben poseer válvula de seguridad.

• Cuando se instalen calefactores, la potencia térmica no debe ser mayor de 50 Kcal/h por metro cúbico de ambiente a cale-faccionar.

• Si realiza cambios en la instalación, verifique que la llave de paso quede a la vista.

• Mantenga engrasadas las llaves de los quemadores y cuide que las perillas estén en buenas condiciones de uso y señalamiento de las posiciones.

¿Cómo actuar ante un escape de gas?

Cuando se utiliza gas natural se puede comprobar fácilmente si hay pérdida. Cierre todos los aparatos y observe el contador del medidor: si el último número de la derecha se mueve, indica que sigue pasando gas. Por lo tanto, existe algún escape.

También se pueden detectar pérdidas aplicando agua jabonosa con un pincel sobre la zona sospechosa. El burbujeo señala el lugar del escape.

En caso de un escape importante o de un intenso olor a gas, llame al servicio de emergencia de su proveedor o a un instalador matriculado.

Los escapes de gas pueden ser causados por materiales fallados u obsoletos o por artefactos que no reciben mantenimiento periódico o que son utilizados incorrectamente. Constituyen el origen de muchos incendios y explosiones. Cuando afectan a una persona, pueden provocar asfixia y también la muerte.


Si detecta olor a gas, seguramente es producto de una fuga cuyo origen habrá que determinar. Mientras tanto, cierre la llave de paso general para cortar el suministro, abra puertas y ventanas para permitir el ingreso de aire, y no encienda fósforos ni provoque chispas pulsando timbres o interruptores.

La electricidad

Desde la instalación de la primera usina, que permitió iniciar la distribución de energía eléctrica en la ciudad de Buenos Aires, las costumbres de sus habitantes se han ido modificando. El acceso a la luz artificial favoreció el desarrollo del confort y permitió mejorar la calidad de vida. En el interior de las viviendas beneficiadas los días se alargaban y las actividades también podían prolongarse y diversificarse.

Desde la aparición de las primeras lámparas de luz hasta la del moderno microondas ha habido cambios importantes en los hábitos y en las normas de protección de los usuarios. A pesar de ello, siguen persistiendo los accidentes (Incendios, quemaduras y electrocución), cuyas Consecuencias son lesiones de distinta gravedad e incluso la muerte.

Las causas de estos accidentes residen en deficiencias en las instalaciones, errores e imprudencias cometidos en el uso del equipamiento eléctrico, falta de adaptación de las instalaciones, inadecuación a las necesidades de los usuarios, etcétera. Una revisión conjunta de los elementos que integran las instalaciones, de SU modo de funcionamieno, y de los mecanismos de protección disponibles puede promover decisiones que incrementen su seguridad.

Las instalaciones eléctricas

El circuito eléctrico es un camino conductor completo a través del cual puede fluir la corriente eléctrica. En el hogar, los artefactos y equipos de iluminación están conectados a los circuitos de alimentación eléctrica de la casa. Las construcciones antiguas estaban alimentadas por un solo circuito; actualmente, cuando las dimensiones lo justifican —más de tres ambientes— y el uso de aparatos eléctricos es intenso, conviene disponer de más de un circuito. Así se evita recargar toda la instalación, impidiendo que se fundan los fusibles. Además, cuando se dispone de más de un circuito, en caso de desperfectos se puede interrumpir la electricidad sólo en aquel que requiere reparación. De esta manera el resto de la casa no resulta afectado.

Los cables son los canales por donde circula la energía eléctrica. Están integrados por varios conductores, aislados unos de otros. El conductor que se utiliza es el cobre, y una capa aislante impide que la electricidad escape de los filamentos. Las capas aislantes que los envuelven están recubiertas por un acabado que protege a los filamentos tanto de los agentes exteriores (agua, calor) como de otras acciones involuntarias que se ejerzan sobre ellos. La envoltura que los recubre es flexible y resistente justamente para darles la ductilidad necesaria para los distintos usos a que están destinados.